En una de nuestras llamadas de amigas me sacó toda la sopa de mis técnicas para hacer mi joyería porque quería arreglar unos aretes míos que ella tenía y según no me quería quitar el tiempo así que ella los iba a arreglar solita. Como era amiga, no dudé y le conté todo y con detalles. Se lo conté con gusto. Así como las amigas lo hacen, bien bonito.
Unas semanas después el algoritmo me comenzó a mostrar imágenes de joyería que se parecían muchísimo a la mía. OBVI le hice clic.
Ese clic me llevó a … La tienda virtual de aquella supuesta ‘amiga’.
Estaba vendiendo puros diseños super similares a los míos
Te voy a ahorrar el desmadre que siguió después pero créeme, yo estaba furiosa y se lo dejé saber. Furiosa con ella y furiosa conmigo misma por haber confiado.
Hoy en día agradezco todo lo sucedido porque fue el inicio de sanar mi miedo de ser copiado. Es más, desde ese día (casi 10 años atrás) no he regalado mi bienestar a ningún copión más.
¿Me han copiado otros después?
Claro que si
Pero desde ese día veo a los copiones como un tema más en el emprendimiento pero nunca jamás les entrego mi corazón ni felicidad. Si ya te robaron tus palabras, diseños, colores, técnicas, dibujos... ¿para qué les das más de ti? Simplemente hay que lidiar con esos asuntos de manera profesional y ya.
Gracias a aquella ‘amiga’ nunca más sufrí emocionalmente de los actos de un copión.
Te cuento eso porque en nuestro podcast tenemos un episodio que habla de eso. Es una entrevista con una diseñadora freelancer que habla de clientes que cambian constantemente de idea.
Nos puedes encontrar en Spotify aquí.
Y en YouTube aquí: https://www.youtube.com/@justinestandaert
Y tú, ¿Has tenido un peor cliente del mundo que cruzó tu camino?
Me encantaría leerte.
Te mando un abrazo.
Justine
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